En Chile, cuando alguien compra un lilium, lo más seguro es que se lo vendan sin diferenciar variedades y con la flor abierta. En Holanda, en cambio, el cliente lo pide por variedad. Así, si, por ejemplo, pide muscadet sabe, aún con el botón cerrado, que es un lilium blanco con puntitos rojos. Es que en Europa existe cultura y una demanda importante por flores. Hay jardines especializados, grupos de agricultores organizados y revistas de plantas y flores.
Esa demanda ha impulsado, además, que la industria de producción de bulbos—–que van a los productores de flores— venga experimentando notables cambios a nivel mundial. Si antes el desarrollo de variedades se centraba en el color, ahora se le agregan otras características. Por eso, por ejemplo, las flores de lilium miran hacia arriba y están todas en el último tercio del tallo para que al manipularlas no se rompa la mitad de los botones. Además no tienen polen porque mancha; son resistentes a algunas enfermedades, duran más en el florero y tienen menos fragancia que antes. Incluso, los genetistas desarrollaron variedades en las que el botón muestra el color por fuera.
Fuente: El Mercurio Campo, 15 de Octubre de 2019