Seven Xu lleva varios días en Curicó. Viajó desde China, donde comanda una empresa comercializadora de fruta fresca en la provincia de Fujian. En Chile participa de la propiedad de un campo de cerezas en la Región del Maule y de una empresa exportadora.
El empresario pasa sus jornadas entre la supervisión de los huertos y la visita a la planta procesadora donde se seleccionan y empacan las cerezas que exportará a China.
“Me ha tocado ver que algunos agricultores están tristes. Es difícil observar que el mercado está tan interesado por tu fruta y al mismo tiempo tener pérdidas importantes de volumen. He llegado a ver casos en que los agricultores solo van a poder exportar el 30% de lo que esperaban”, afirma Xu.
Luego de un trienio en que fue difícil moverse entre Chile y China, las visitas bilaterales han retomado el ritmo anterior a la pandemia. Por estos días es habitual ver comerciantes e inversionistas chinos circulando entre Rancagua y Chillán para observar cómo va la temporada 2023/24 de las cerezas.
Con la llegada de diciembre la cosecha de esa fruta entra en tierra derecha. A pesar de que esta temporada desapareció la incertidumbre por la logística de las tres temporadas anteriores, que impedía saber si la fruta iba a poder ingresar a China, el principal mercado para esa fruta, surgió una nueva preocupación: la calidad de las cerezas exportadas.
El clima del invierno y de la primavera golpeó la producción. Este año no solo los cerezos están con una menor carga, sino que en la parte temprana de la temporada se notó una mayor presencia de fruta con partiduras, blandas o con menor nivel de azúcar.
La tentación por exportar fruta que no cumple con los estándares de calidad de otros años está latente y puede tener un impacto potencial muy alto en la comercialización en lo que resta de la temporada 2023/24. “La calidad es hoy una preocupación para los exportadores. Hay un gran potencial de riesgo en el mercado”, sentencia Xu.
Fuente: El Mercurio Campo 12 de Diciembre 2023